El cojín, también llamado almohadón, es uno de los elementos del mobiliario más antiguos y que han pervivido sin grandes cambios hasta el presente.
Aquí te contamos algunas ideas para utilizar los cojines como un elemento que puede dar carácter o potenciar los espacios en una casa, una empresa, una oficina, una tienda.
Los cojines en la Edad Media
Ya en los inicios de la Edad Media, los inventarios de los palacios y las grandes casas de la nobleza mencionaban a los cojines.
La comodidad que brindan y el atractivo visual que presentan hacen que hoy, quizás como nunca antes, sean una pieza clave en la decoración.
¿Pero cómo usarlos de un modo distinto?
Un ejemplo: en un sofá de color oscuro o neutro, unos cojines amarillos vibrantes hacen un interesante contrapeso.
Al revés, tres o cuatro cojines grises pueden compensar el colorido extremo de un sofá rojo, por caso.
Otra opción: crear un rincón zen en un dormitorio, colocando cojines en el piso.
O inventar un espacio de lectura situando algunos grandes, también en el suelo, junto a una lámpara direccional.
Cojines al aire libre
¿Y al aire libre? Por supuesto.
En un balcón o junto a la piscina, unos cojines le suman personalidad a un lounger o a una silla de exterior. Con algo extra: los que están confeccionados en tela sunbrella resisten el agua de la piscina y de la lluvia, y los rayos del sol. Por otro lado, su limpieza es verdaderamente sencilla.
El cuarto de los niños también se puede reinventar solo con incorporar dos o tres cojines.
Ellos son puntos focales que transmiten su novedad a lo que los rodea.
De hecho, a veces cambiar o incorporar cojines genera el mismo efecto visual que cambiar una mesa o las cortinas.
A todo eso hay que sumarle las enormes combinaciones que permiten los distintos tipos de telas, tanto en lo que hace a texturas como a estampados.
En resumen: los cojines son como jokers o comodines que ayudan a darle un aire inusual a los espacios de todos los días.